sábado, 17 de septiembre de 2011

Capítulo 1

Llegamos a una pequeña cafetería, solía quedar aquí antes pero ahora quedamos en un pequeó descampado al lado del campo de fútbol.
Nos sentamos en una mesa al fondo, al lado de una máquina de música rota. Un hombre gordo, calvo y bastante asquroso se acercó a nosotras. 
- ¿Que desean? - Dijo con una voz bastante ronca.
- Yo quiero agua ¿ y tú samanta ?
- Nada, gracias.
El hombre se marchó y nos dejó solas.
- ¿Qué te pasa?
- Nada, estoy perfectamente.
- Samanta, mi nieto hace un fiesta en club de golf, te lo podría presentar .
- No gracias, ese tipo de fiestas no son para mí.
- Mañana quedamos a las tres aquí, i nieto vendrá conmigo.
- Mire, no sé si me ha escuchado bien pero no pienso ir a esas fiestas de pijos.
- Hazme caso, te lo pasarás bien, además mi nieto es muy simpático. - Puso de nuevo esa maldita sonrisa.
Supiré y asentí, estubimos unos minutos hablando hasta las cuatro.
- Bueno, mañana nos vemos y me llamo Marisa ya que parece que no te acuerdas. - sonió.
Yo asentí y me marché a mi casa, el portal estaba cerrado y como no se em habían olvidado las llaves.
- ¡Mierda!
Mi tío estaba trabajando y no estab en casa, además me moría de hambre la mujer me había entretenido más de lo que pensaba, busqué en los bolsillos de mi chaqueta mi paquete de tabaco y  cogí un cigarrillo, me quedaban sonlo tres cigarros más tendría que ir a comprar, encidí el cigarrillo y me senté en las escaleras.
- Noo deberías fumar, es malo. - Esa voz ya la había escuchdo antes, ese mismo día. Subí la mirada y de nuevo ese chico de los ojos grises estaba en frente mía. 
- ¿Me has seguido?
- Más quisieras, he venido a por mi abuela.
- Bueno - Volví a meterme el cigarro dentro de la boca, me setaba genial.
- He dicho que no es bueno fumar - Me lo quitó de la boca y lo tiró al suelo.
- ¿Que coño haces ?
- Salvarte la vida.
- Muy gracioso - Aparté la mirada de aquellos ojos que himnotizaban a cualquier chica.
- Este encuentro es cosa del destino ¿no crees? - Se sentó a mi lado.
- ¿ No tenía que ir a por tu abuela?
- Sí, pero puede esperar.
- Mira, no malgaste tu tiempo con alguien como yo, no vas a conseguir nada.
- ¿Quien dice que no pueda consegui nada?
- Te lo aseguro, no vas a conseguir nada.
Jesús intentó hablar pero le corté . 
- Mira, me duele la cabeza, no puedo entrar en mi casa y para colmo estoy muerta de hambre a si que por favor déjame en paz.
- Te invito a tomar algo, espérame aquí.
- No seas pesado - me estaba hartando un poco.
- Por favor, dame una oportunidad, no te arrepentirás - Me lo dijo mirándome a los ojos.
No contesté, estaba totalmente en otro mundo, pero parece que a Jesús le pareció eso un sí porque se levantó muy contento y me dijo que esperara allí.
Esperé bastante rato, eran las cinco y todavía no había aparecido, me levanté y cuando me dispuse a andar lguien me pegó una voz.
- ¡Samanta!
Me giré, Jesús venía corriendo con unos perritos calientes en la mano.
- Siento la tardanza, he ido a comprar esto - Me dio uno.
- Me puede llamar Sami ¿por favor? Samanta no me gusta mucho.
- Como quieras Sami.
Nos sentamos de nuevo en las escaleras y nos tomamos los perritos, estubimos hablando, la mayor parte tonterías,  me enteré de que vivía en el mismo barrio que Carlos y que iba a un instituto privado,  quería hacer la carrera de medicina como su padre. Tenía dos hermanas, una mayor de 28 años y una pequeña de 8.
- ¿Y tu vida? - Dijo con una amplía sonrisa.
- Pues no tengo mucho que contar, vivo con mi tío aquí arriba y como ves no soy una chica de las que estás acostumbrado a ver.
- ¿Y tus padres?
- No em gusta hablar de ello.
- Lo siento, no quería meterme donde no me llaman.
- No pasa nada.
Cogí su muñeca y miré la hora, las ochco y media.
- Sabes - sonrió - nunca he comido a las cinco, pero está bein.
Yo carcajeé, la verdad, el chico era muy simpático pero no lo veía como nada más que un amigo, tampoco estaba segura si lo volvería a ver.
Mi tío llegó, nos miró y carraspeó para que nos apartáramos de la puerta.
- ¿Se te a vuelto a olvidar la llave verdad? - Dijo mi tío algo mosqueado.
- Sí, lo siento, soy un poco despistada.
- Bueno, que no vuelva a suceder.
Mi tío entró y yo me apoyé en la puerta para que no se cerrara.
- Bueno, he pasado una tarde estupenda, espero volver a verte.
- No creo que nos veámos pero yo también pienso que ha sido una buena tarde.
Le di dos besos y subí a el apartamento, mi tío estaba tirado en el sofá con ua cerveza viendo la televisión.
- Me e enterado de que mañana tienes exámen de historia ¿has estudiado?
- ¿Desde cuando te importa a ti lo que yo haga?
Me fui hacia mi habitación, cogí el ordenador que me regalaron cuando culplí los catorce, era bastante antiguo pero me servía, me conecté al Tuenti, Maca estaba conectada.
Maca : Hoolaa :)
Yo: Buenas.
Maca: ¿Mañana vienes no?
Yo: Supongo, no tengo nada mejor que hacer.
Maca: Joder, llevo toda la tarde esperando a que te conectes.
Yo: Lo siento, se me olvidaron las llaver y hasta que no ha llegado mi tío no he podido conectarme.
Maca: Bueno... te lo paso por hoy eeh jaja bueno te tengo qye dejar, nos vemos mañana.
Yo: ADIOOOS .
Maca se desconectó y seguidamente yo tanbién.
Me duché y me puse mi pijama, no pensaba hacer nada, puse una película en el ordenador y dejé que la noche pasara lentamente.
Me desperté y miré el reloj que había encima de mi mesa, las once y media, las clases empezaban normalmente a las ocho y media pero a yo nunca llegaba a la hora.
Me estiré y me puse unos shorts grises, una camiseta negra y cogí mi mochila, siempre la tenía vacía solo llevaba el paquete de tabaco y un cuaderno viejo.
Me subí al autobús y me puse música en el móvil, llegué sobre las doce, la hora del recreo, entré en el instituto la señorita de secretaría me miró con mala cara, al final del pasillo se encontraba el direcctor, se dirigió haci mí ya me iba a dar la charla de todo los días.
- Samanta ¿usted no tiene reloj?
- Claro, lo que pasa es que no lo uso.
- Mire, no se que hacer con usted, ya tiene cinco amonestaciones y la hemos expulsado tres veces ¿no piensa esforzarse?
- Mire, estoy aquí ¿no? Pues ya está, adiós. - Me marché.
Entré en clase, nadie estaba en ella, solo Maca que estaba buscando algo en su mochila.
- Joder Sami,pensaba que ya no venías.
- Pues ya estoy aquí ¿que tal te ha salido el exámen?
- Bien supongo, me he pasado todo el fin de semana estudiando.
- Bueno, vamos a por algo de comer a la cafetería, no he desayunado nada y me muero de hambre.
- ¿Tú? ¿Hambre? 
- Sí, yo también soy una persona.
Maca carcajeó y nos fuimos a la cafetería.
Me compré una palmera de chocolate y nos fuimos a dar una vuelta por el intituto, lo que más me gustaba de este intituto es que Maca y yo éramos las más "deseadad" aunque Mca ya estaba cogida y conmigo nadie tenía oportunidad.
- Bueno ¿qué tal el fin de semana? - Dijo Maca sentándose en un banco.
Me senté a su lado, le di un pequeño mordisco a la palmera y suspiré. 
Tragué haciendo bastante ruido ya que tenía ganas de hacer la gracia.
- Pues la verdad, bastante catastrófico.
- ¿Y eso? ¿Por qué?
- Pues porque primero me desperté en la cama de un tío del que ni me acordaba de su nombre.
- No jodas, ¿enserio?
- De verdad, luego me encontré con un chico bastante gupo pero pijo en la parada, pero para colmo se me olvidaron las llaves de mi casa y tube que esperar a mi tío con la compañía del pijo de la parada. - Me reservé el dato de mi vecina, ya que nadie sabía la historia de mis padres.
- Joder, vaya día ¿no?
- Sí, y lo peor fue cuando tube que pasar toda la tarde con ese tío.
- Perdona, pero "ese tío" te gusta.
- ¿A mí? ¿Tú estás loca?
- Bueno, no quiero peleas tranquila, vamos a clase. - Dijo levántandose del banco.
Las clases pasaron lentas, aunque la verdad, nunca hacía nada.
Llegué al apartamento pero mi sorpresa fue encontrarme con las maletas en la puerta.
- ¿Tío? - Pregunté, no hubo respuesta me asomé al salón, mi tío estaba sentado en el sofá, como normalmente y en el sillón estaba Marisa.
- ¿Marisa? ¿Qué haces aquí?- Estaba algo desconcertada.
- Samanta - Mi tío se levantó y seguidamente también Marisa.
- Yo no puedo mantenerte, te estoy dando una mala educación. - Dijo mi tío acercándose a mí.
- Por eso me he ofrecido a ocuparme de tí, ser tu tutora legal.-Dijo Marisa.
Yo miraba desconcertada de un lado a a otro. ¿Qué me fuer a vivir con una tía a la que no conocía de nada?
- No pienso moverme de aquí.
- Ya no hay marcha atrás, Marisa y yo acabamos de firmar los papeles.
Hacía años que no me sentía así, estaba algo confusa pero a la vez trste, dejar todo pra una nueva vida.
Yo me giré poniendo mala cara y cogí mis maletas, cerré la puerta de un portazo y bajé al portal.
Me senté en los escalones a esperar a Marisa que tardó poco en bajar.
- Cielo, es lo mejor para tí, además irás al mismo instituto que mi nieto, he hablado con tus profesores y si apruebas este triestre pasas de curso.
Yo me quedé mirándola, como si no me interesase lo que dijera, ahora mismo sentía odio hacia ella.
Subimos a un taxi y llegamos a una casa, era enorme, en la entrada había una gran cancela, con varias plntas decorándola, entrabas y veías un gran porche con un sofá.
Entramos en la casa, parecía más grande desde fuera, había un salón amplío con varias cristaleras y unos muebles bastante caros.
- Te enseñré tu habitación . - Marisa subió una grandes escleras y me abrió la puerta d euna habitación, era de color azul celeste, con una gran cama en medio, un vesitodor enorme y un escritorio coronado por un gran ordenador.
Dejé mis cosas encima de la cama y observé detenidamente la habitación.
- Ve instalándote cuando termines baja, la comida estará lista.
Yo asentí con la cabeza, me senté en la cama, puede que no estubiese tan mal vivir allí.
Puse mis cosas y bajé a comer, en un gran mesa había varios platos, de todo tipo, y todo para mí, la comida transcurrió en silencio, tampoco tenía nada de lo que hablar, hasta que Marisa rompió ese marvilloso silencio.
- Esta tarde vendrá mi nieto a conocerte.
- Vale.
- Mira Samanta, yo se que  ti esto no te gusta, pero es lo mejor.
- Sé que no he tenido una respuesta muy buena, pero quiero disculparme, a partir de ahora intentaré hacerlo lo mejor posible.
- Bueno, descansa si quieres ya te aviso yo cuando mi nieto llegue.
Yo asentí y subí a mi habitación, me duché y me puse un chándal para estar cómoda, me tumbé en la cama y llamé a Maca.
- Hola cariño , ¿quédaos? - Dijo con una voz bastante dulce.
- No pudo, me he mudado.
- ¿Cómo que te has mudado?
- Lo que escuchas, he llegado a mi casa y ls maletas estaban en la puerta, ahora estoy en una casa de ricachones y pijos.
- Bueno, te tengo que dejar que he quedado con Fernando, ya hablamos te quiero.
- Adiós.

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