jueves, 8 de diciembre de 2011

Capitulo 8 '¿Puedo besarte?'

Bajé y fui hacía la cocina, Marisa estaba sentada tomando un café.
- Buenos días ¿has dormido bien?
- Sí ¿y tú? - Dije mientras me servía un zumo de naranja.
- Bastante bien, por cierto ha llamado Jesús, dice que hoy te invita a comer.
Yo sonreí y me senté a su lado.
- ¿Qué tal va vuestra relación?
- Bueno, va bien no sé - reí.
- Entiendo que te incomode hablar de estas cosas pero quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites.
- Lo sé y en serio te estoy muy agradecida.
- Bueno es tarde ¿por qué no te das una ducha? Ya mismo estará aquí Jesús.
Terminé lo que me quedaba de zumo y subí a ducharme, me puse unos pantalones vaqueros y una sudadera y bajé de nuevo.
- Jesús te espera fuera, que os lo paséis bien. - me dijo Marisa desde el salón.
Yo le di un beso y me marché.
Jesús me esperaba apoyado en su moto.
- Pero que guapa estás.
- No seas mentiroso.
- No lo soy, además soy tu novio tendré que decirte estas cosas ¿no?
- No hace falta yo no te digo todos los días lo guapo que estás.
- Porque yo ya soy guapo de por sí. -Dijo con tono burlón.
- Eres un creído ¿lo sabías?
- Sí, pero también sé que me quieres.
- Bueno, eso no te lo puedo negar.
Jesús me abrazó y me dio un dulce beso en los labios.
- ¿A dónde me vas a llevar?
- Que te parece... ¿la playa? los dos juntos, solos, rodeados de mar...
- Suena bien. - sonreí.
Nos montamos en la moto y fuimos a la playa.
Llegamos a una playa apartada y estaba desierta. Cerca de la orilla había un gran mantel con una mochila encima.
Jesús se acercó y empezó a sacar cosas de la mochila, dos bocadillos, uno botella de dos litros de cocacola y unas fresas.
- ¿Y esto?
- Bueno, ayer cuando te dejé en la cama no podía dormir y me puse a preparar esto.
- Vaya señorito sí que se lo ha currado usted eh.
Nos sentamos y comenzamos a comer, Jesús no paraba de hacer tonterías y la verdad me encantaba que lo hiciera.
Terminamos de comer y abrió el tarro con las fresas.
- ¿Jugamos a un juego? - Dijo con una sonrisa.
- Venga ¿qué hay que hacer?
- Muy fácil, yo te hago una pregunta y tienes que respondes con sinceridad, por respuesta que digas te doy una fresa y si te niegas a contestar tienes que quitarte prenda.
- Vale pero luego te toca a ti eh.
- Que sí.. Venga empiezo. ¿Cómo fue tú primer beso?
- ¿Mi primer beso?
- Sí venga di ¿quién te lo dio, cuando, dónde...?
- ¡Eh! Eso es más de una pregunta.
- Venga Sami no seas así respondeme - Dijo con un puchero.
Yo reí y le di un suave beso en los labios.
- Bueno.. Mi primer beso fue a los diez o once años, estaba en la playa, en casa de mis abuelos y yo tenía allí muchos amigos pero había un chico que me gustaba mucho se llamaba Alberto y bueno, era el típico chico 'chulo'.  Un día estábamos en la playa todos juntos y todos se fueron a comprar helados dejándonos a Alberto y a mi solos, yo estaba muy nerviosa porque había quedado con mis amigas en decirle lo que sentía, entonces se acercó a mi y me susurró que le gustaba y bueno yo me puse roja como un tomate y entonces me besó fue un piquito nada más pero me gustó mucho.
Jesús empezó a reírse.
- ¿Por qué te ríes?
- Joder no me lo imagino, tú nerviosa al lado de un chico.
- Perdona que no fue la única vez que me puse nerviosa.
- ¿Conmigo alguna vez te has puesto nerviosa?
- Que yo recuerde no pero puede que me pase alguna vez.
- Pues cuando pase quiero que me lo digas.
- Bueno venga, mi fresa.
Jesús sonrío y me dio un fresa.
- Ahora me toca a mi. - Dije acercándome a él y tumbándome sobre sus piernas.
- Venga cariño dispara.
- ¿Cómo fue el tuyo, tu primer beso?
Él sonrió y acarició mi mejilla.
- Pues tenía catorce años, estaba algo desesperado porque todos mis amigos habían besado a alguna chica menos yo. En la fiesta de fin de curso le dije que me acompañara como pareja a una chica, Mónica, era la chica más popular de todo el colegio y aunque me costó convencerla al final aceptó. Cuando la acompañé hasta su casa, delante de su puerta me lancé y le pedí si podía besarla ella aceptó y bueno, la besé.
- ¿Le preguntaste si podías besarla? No jodas.
- Sí, ¿qué pasa?
- Que eso nunca se pregunta y menos en una situación así joder, pero claro tú siempre tienes que estar cagandola.
- Bueno por ahora no la he cagado ¿no?
- Bien dicho POR AHORA.
Jesús sonrió y me señaló las fresas, yo cogí una y la puse sobre mis labios haciéndole un gesto para que la cogiera él sonrío y con sus labios la cogió.
Estuvimos toda la tarde jugando a ese juego hasta que el sol empezó a ponerse.
Busqué en la mochila hasta encontrar un paquete de tabaco.
- Así que yo no puedo fumar pero tú si ¿no? - Dije enseñándole el paquete.
- Porque tú no te puedes morir.
- ¿Y tú si?
- Bueno prefiero morirme yo a que te mueras tú.
Yo sonreí y me llevé un cigarro a la boca lo encendí y me tumbé en la arena mirando la puesta de sol.
Jesús se tumbó a mi lado y yo me abracé a él, me cogió el cigarro y le dio una calada, luego me lo devolvió.
- Es bonito ¿verdad? - Me preguntó.
- Mucho.
Me acurruqué más a él y apagué el cigarro.
- ¿Puedo besarte?
- ¿Ves? Tenías que cagarla.
- Bueno ¿puedo o no?
- Pues claro que puedes.
Jesús sonrió y me acercó a él poniéndome encima suya, puso sus suaves manso en mi nuca y me dio un largo y apasionado beso, cuando tuvimos que separarnos por falta e aire él empezó a besar mi cuello.
- ¿No te cansas?
- ¿De qué? - Me miró extrañado.
- Pues de que esta madrugada lo hicimos ya ahora quieres otra vez.
- ¿Quién ha dicho eso?
- No es quién es más bien qué. - Dije pasando mi mano por su abultada erección.
- Bueno que quieres que le haga me pones cachondo en menos de un minuto.
- Eres un cerdo.
- No, soy realista que son cosas muy distintas.
- Llévame a casa anda que tengo sueño y mañana tenemos que ir al instituto.
Jesús suspiró y me llevó a casa.

- A la mañana siguiente en el instituto -

- Sami ¿me pasas los ejercicios de historia?
- ¿Hoy tampoco los has hecho?
- No, por favor déjamelos.
Yo suspiré y se los dejé a Teresa, esta clase de matemáticas se me estaba haciendo eterna no me enteraba de nada ya además hoy Jesús no había podido recogerme porque tenía que ir al médico y entraba a segunda hora.

Por fín el timbre sonó y todos salimos de la clase.
Me acerqué a una fuente y bebí algo de agua.
- Perdona, soy nuevo ¿Podrías decirme donde está dirección?
Levanté la cabeza y vi a un chico rubio con unos ojos verdes preciosos.
- Sí. por cierto me llamo Sami.
- En cantado yo soy Mario.

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